Entre los años 2012 y 2017 una
compañera de Limpiezas Villar que realizaba su trabajo en dependencias de la
refinería se vio afectada por los productos de limpieza utilizados, dadas las
características de su puesto de trabajo, en AL6. Concretamente debido al
desengrasante, altamente irritante y corrosivo, a la mala ventilación de lugar
de trabajo y a la falta de equipos de protección adecuados proporcionados por
la empresa.
Esta situación se puso en
conocimiento de las responsables de seguridad de la citada empresa, solicitando
la trabajadora un cambio de puesto, además de la revisión de los productos
utilizados y las medidas de protección, sin que en un principio se tuviera en
cuenta ninguna de las peticiones. Del mismo modo Petronor, como máximo
responsable de las condiciones de trabajo de las empresas contratistas, no
actúo para reparar esta situación.
La afección se agravó,
provocando un proceso de baja resistencia en la piel que le ha quedado de por
vida, además de varias crisis de ansiedad y depresión debido a la falta de
respuesta a sus justas solicitudes y la evidente degradación por la pérdida de
la salud. En este periodo se puso en contacto con nuestra sección sindical, ya
que su patología solo iba a mejorar con un cambio de puesto, pues como decimos
se había convertido, a su pesar, en una trabajadora especialmente sensible a
ciertas sustancias que se utilizan a menudo en ámbitos industriales.
A su vez pasó a situación de
incapacidad laboral transitoria, sin que la mutua reconociera el origen laboral
de su baja. Es a partir de aquí cuando tras poner los hechos en conocimiento de
la Inspección de Trabajo, y después de varias conversaciones con la gerencia, la
empresa comienza a enfrentar la situación. Primero cambia los productos y
métodos de trabajo y posteriormente procura un puesto a esta trabajadora fuera
de planta. Todo esto supuso una mejora
en su estado de salud. Asimismo inicia el camino legal para que el
tiempo de baja sea considerado enfermedad profesional, obteniendo finalmente el
cambio de contingencia, según sentencia, en diciembre de 2017.
Este caso nos parece
reseñable, porque demuestra que con trabajo y empeño se puede mejorar la
seguridad laboral y sacar a la luz la enfermedad profesional, que siempre está
más cerca de lo que parece. También demuestra que hay que prevenir y enfrentar
con determinación estas situaciones, pues es inconcebible y terrible que, para
poner medidas, haya que esperar a que las trabajadoras enfermen.
Lamentablemente son situaciones más comunes de lo que se cree, y este
colectivo, altamente feminizado, las sufre de manera especial, pues sus
condiciones laborales (alta temporalidad, baja cualificación, subcontratación)
dificultan su denuncia y mejora.
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