martes, 16 de enero de 2018

Enfermedad profesional, más cerca de lo que parece




Entre los años 2012 y 2017 una compañera de Limpiezas Villar que realizaba su trabajo en dependencias de la refinería se vio afectada por los productos de limpieza utilizados, dadas las características de su puesto de trabajo, en AL6. Concretamente debido al desengrasante, altamente irritante y corrosivo, a la mala ventilación de lugar de trabajo y a la falta de equipos de protección adecuados proporcionados por la empresa.

Esta situación se puso en conocimiento de las responsables de seguridad de la citada empresa, solicitando la trabajadora un cambio de puesto, además de la revisión de los productos utilizados y las medidas de protección, sin que en un principio se tuviera en cuenta ninguna de las peticiones. Del mismo modo Petronor, como máximo responsable de las condiciones de trabajo de las empresas contratistas, no actúo para reparar esta situación.

La afección se agravó, provocando un proceso de baja resistencia en la piel que le ha quedado de por vida, además de varias crisis de ansiedad y depresión debido a la falta de respuesta a sus justas solicitudes y la evidente degradación por la pérdida de la salud. En este periodo se puso en contacto con nuestra sección sindical, ya que su patología solo iba a mejorar con un cambio de puesto, pues como decimos se había convertido, a su pesar, en una trabajadora especialmente sensible a ciertas sustancias que se utilizan a menudo en ámbitos industriales.

A su vez pasó a situación de incapacidad laboral transitoria, sin que la mutua reconociera el origen laboral de su baja. Es a partir de aquí cuando tras poner los hechos en conocimiento de la Inspección de Trabajo, y después de varias conversaciones con la gerencia, la empresa comienza a enfrentar la situación. Primero cambia los productos y métodos de trabajo y posteriormente procura un puesto a esta trabajadora fuera de planta. Todo esto supuso una mejora  en su estado de salud. Asimismo inicia el camino legal para que el tiempo de baja sea considerado enfermedad profesional, obteniendo finalmente el cambio de contingencia, según sentencia, en diciembre de 2017.

Este caso nos parece reseñable, porque demuestra que con trabajo y empeño se puede mejorar la seguridad laboral y sacar a la luz la enfermedad profesional, que siempre está más cerca de lo que parece. También demuestra que hay que prevenir y enfrentar con determinación estas situaciones, pues es inconcebible y terrible que, para poner medidas, haya que esperar a que las trabajadoras enfermen. Lamentablemente son situaciones más comunes de lo que se cree, y este colectivo, altamente feminizado, las sufre de manera especial, pues sus condiciones laborales (alta temporalidad, baja cualificación, subcontratación) dificultan su denuncia y mejora. 

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