Durante el
pasado mes han sancionado a dos compañeros de la Terminal Marítima con 30 y 45
días de empleo y sueldo respectivamente. Los motivos que argumenta la dirección
para tan graves sanciones han sido falta de confianza en las labores
encomendadas, negligencia, desidia y desobediencia a las órdenes de un
superior.
Desde el Comité
de Empresa se han presentado pliegos de descargo defendiendo la labor de
nuestros compañeros y demostrando la buena fe en sus actuaciones. Esta buena fe
es uno de los límites que se deben de tener en cuenta a la hora de sancionar,
pues según los principios de la cultura equitativa declarados por la propia
dirección, castigar a quien actúa de
buena fe puede tener graves consecuencias. Entre ellas la ocultación de
acciones incorrectas o irregularidades en los procesos, que a su vez impiden la
mejora o corrección de los mismos.
En contra de
este principio equitativo, la dirección decide sancionar severamente a estos
compañeros, continuando con una práctica que parece habitual en el departamento
de Tanques. En este departamento, de hecho, se han abierto más de 15
expedientes en los últimos dos años, cifra que resulta muy desproporcionada en
comparación con el número de expedientes abiertos en el resto de la refinería.
Esta situación
se puede entender de varias maneras. En primer lugar, indica que la jefatura
del departamento es incapaz de mantener unas relaciones de trabajo sanas, tal
como se refleja en los resultados de la evaluación del riesgo sicosocial, que
han sido muy deficiente en todo el departamento. En segundo lugar, estos
expedientes encubren el incumplimiento de otras responsabilidades de la
dirección, como son el deterioro generalizado de las instalaciones, las malas
prácticas admitidas durante años y los errores en las inversiones.
Otra vertiente
perversa de esta política tiene que ver con la aplicación unilateral de la
justicia por parte de la dirección. Cuando se sanciona a alguien se le
estigmatiza en la organización, y a pesar de que luego se pueda ganar en un juicio,
nunca se repara el daño moral acarreado a la persona sancionada. Además, con
esta política se genera un ambiente de tensión en un colectivo que ya está
saturado de responsabilidades, y que se ve constantemente en la dificultad de
elegir si actuar por norma o seguir las instrucciones de la cadena de mando,
sabiendo que nunca se ha sancionado a la jefatura por su responsabilidad en
hechos suficientemente graves que han venido ocurriendo hasta la fecha.
Antes o después
tendremos que enfrentarnos como colectivo a esta deriva sancionadora. Pues
estos abusos siempre comienzan por las personas más débiles y avanzan creando
un clima de sumisión, incluso frente a actitudes claramente injustas. Por
nuestra parte, acudimos una vez más a los juzgados para defender la labor de
nuestros compañeros en estos casos concretos. Pero también os animamos a continuar
observando estrictamente las normas y denunciar las irregularidades que afecten
vuestro trabajo como forma de respuesta a esta cultura del miedo.
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